Pan de burro: el pan esponjoso de Puebla que conquistó ferias y paladares

El pan de burro es un pan artesanal poblano, ligero, duradero y horneado con leña, ideal en ferias y mercados mexicanos.

Ricardo Vélez  ·  20 agosto, 2025
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El pan de burro es una joya de la gastronomía poblana, famoso por su textura suave, esponjosa y sabor equilibrado entre lo dulce y lo salado

Desde hace años, este pan artesanal ha acompañado las celebraciones de ferias y colonias, y su fama ha cruzado fronteras llegando incluso a España y Estados Unidos.

Su cuna se encuentra en el municipio de San José Miahuatlán, aunque también se produce en zonas cercanas como el valle de Tehuacán, incluyendo San Sebastián Zinacatepec y Ajalpan. 

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Se dice que el pan remonta al periodo de la Revolución Mexicana, cuando los arrieros lo consumían en sus largos viajes. Su durabilidad lo hizo ideal para trasladarse en burro, envuelto en petates; de ahí su nombre popular: “pan de burro”, gritado cuando llegaba incluso a los pueblos más remotos.



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Fabricación artesanal que sabe a tradición

Este pan se prepara 100 % a mano, sin maquinaria, levadura industrial, conservadores ni saborizantes. Se elabora con masa madre, manteca de cerdo y panela o azúcar cruda, mezclada con cuidado para preservar el sabor auténtico. 

Se hornea en hornos de tabique o piedra con leña, lo que crea una corteza dura y tostada, una miga ligera y un leve sabor ahumado. La corteza se despega con facilidad, dando lugar a la miga, y el pan puede conservarse fresco hasta un mes, aunque se disfruta mejor recién horneado.

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¿Pan de Burro o Pan de Fiesta? Hay un enredo.

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Este pan clásico se disfruta solo o acompañado. Su firmeza permite saborearlo sin desmoronarse, y se vuelve prácticamente irresistible junto a un café de olla o un chocolate espeso. No requiere ingredientes sofisticados: su encanto está en lo sencillo, en lo hecho con paciencia y tradición.

El pan de burro es más que un pan: es un símbolo de la tradición oral, del ingenio arriero y de la identidad poblana. Su aroma a horno de leña y su textura esponjosa lo convierten en un clásico de ferias, mercados y desayunos. Probarlo es saborear un pedazo de historia artesanal mexicana.

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