Guelaguetza en el Ritz-Carlton: menú exclusivo ¡que no puedes perderte!

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Guelaguetza en el Ritz-Carlton: menú exclusivo ¡que no puedes perderte!

Platillos tradicionales, mezcal, exposición de alebrijes y un taller para que los decores te ayudarán a que vivas en cuerpo y alma la esencia de esta festividad oaxaqueña.

La gastronomía juega un papel fundamental en la Guelaguetza, una de las festividades más importantes y tradicionales de Oaxaca. A través de la comida, se celebra y preserva la rica herencia cultural de la región, ofreciendo una experiencia sensorial que conecta a los participantes con sus raíces y tradiciones.

Platos emblemáticos como el mole, los tamales y el tasajo no solo deleitan el paladar, sino que también narran historias de identidad, comunidad y generosidad, elementos esenciales de esta fiesta. La gastronomía durante la Guelaguetza trasciende lo culinario, convirtiéndose en un vehículo de memoria colectiva y un símbolo de orgullo oaxaqueño.

Para que los habitantes de la Ciudad de México disfruten las delicias gastronómicas de esta festividad sin visitar Oaxaca, el restaurante SAMOS Sabores Míos, ubicado en el piso 38 del hotel Ritz-Carlton, que ofrece una de las vistas panorámicas más impresionantes de la Ciudad de México, ofrecerá hasta el 19 de julio un menú degustación que nadie debería perderse.

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A esto sabe la Guelaguetza

El Ritz-Carlton, un oasis de sofisticación urbana, se dio a la tarea de crear una experiencia integral para celebrar la grandeza de la tradición oaxaqueña llamada Guelaguetza.

Y como la Guelaguetza es una comunión entre infinidad de poblaciones, un compartir de insumos, de productos y de tradiciones, para lograr su objetivo se invitó a los chefs, oriundos de aquel estado, Juan Aquino, quien dirige deliciosamente el restaurante Xuva’ y a Josefina López, quienes junto con los chefs Érick Santiago, Sergio Ceballos y Érick Astié crearon un menú que le rinde homenaje a los sabores de la ‘tierra del sol’.

La obertura gastronómica corrió a cargo del chef Érick Santiago, quien elaboró un aguachile con tasajo, carne seca típica de Oaxaca que sin duda encapsula los sabores tradicionales de la región. Su preparación meticulosa y su sabor ahumado y salado convierten el tasajo en un ingrediente imprescindible para quienes desean experimentar la auténtica cocina oaxaqueña.

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A esa carne seca le añadió chile serrano, trocitos de piña y mil tomates y lo sirvió acompañada de tostadas de maíz con cremoso de aguacate.

La combinación del tasajo, seco y salado, con trozos de piña, jugosa y dulce, crea un contraste único y sorprendente, que se acentúan gracias al maridaje, que para esta entrada fue un coctel elaborado con Mezcalillera, que está infusionado con hierba santa, hoja muy famosa en la gastronomía del valle de Oaxaca.

El coctel fue muy original, pues combinó el mezcal con vino tinto y un toque de limón clarificado… ¡combinación ganadora!

El segundo platillo fue una delicia proveniente del mar. El taco de pulpo zarandeado del chef Sergio Ceballos, el anfitrión, iba acompañado de mole verde, verdolagas, papas y una picosita salsa macha verde. Para este platillo se eligió un mezcal Real Minero Marteño. Real Minero es considerada una de las mejores casas productoras de mezcal del mundo.

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Moles, un deleite culinario

El primer plato fuerte fue una creación del chef Juan Aquino e incluyó una delicia ancestral: la hormiga chicatana, insecto volador que se da en época de lluvias y que ha formado parte de la alimentación de México desde la época prehispánica.

El chef invitado elaboró un mole blanco exquisito. La receta incluyó piñón, chile costeño y la hormiga chicatana, uno de los manjares más desconocidos de la cocina mexicana. 

La textura y sabor de esos insectos son fundamentales para salsas y moles regionales que se consumen habitualmente en las diversas zonas costeras, los valles centrales y las montañas oaxaqueñas. Esta especie de hormiga cortadora voladora otorga un sabor terroso y ahumado a las preparaciones.

El mole blanco se sirvió con pollo, aceite de vainilla y eneldo. Para una experiencia única, el chef Aquino sugiere que en cada bocado se incluya un poco de cada uno de los ingredientes.

Esta receta se acompañó con un mezcal Real Minero Tobalá.

La chef Josefina deleitó con un platillo que conjuga dos ingredientes que son sencillamente deliciosos: pork belly y mole de fiesta.

Pork Belly, también conocido como panceta de cerdo o barriga de cerdo comprende la piel y la capa de carne que se encuentran bajo la piel del cerdo, así que es un corte alto en jugosidad por su porcentaje de grasa.

Ese delicioso corte, perfectamente cocido, se sirvió sobre un espejo de mole de fiesta. Los moles son un pilar fundamental de la gastronomía oaxaqueña, representando siglos de historia, tradición y diversidad cultural. Los moles no solo son un deleite culinario, sino que también son símbolo de celebración y unión, presentes en fiestas y eventos importantes como la Guelaguetza.

El compañero ideal de este platillo de sabores fuertes fue mezcal Real Minero Ensamble.

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Saborear la dulzura de la vida

Dicen que el postre te vuelve egoísta y sí lo creo, sobre todo si se trata de una receta que incluya chocolate.

El chef pastelero Érick Astie creó una tarta de chocolate oaxaqueño que rellenó con un cremoso de plátano. El contraste se lo dio un caramelo salado. Una combinación que deja complacido a quien la prueba.

Pero más allá del sabor, su presentación fue espectacular. El emplatado sin duda logró que la tarta fuera un deleite visual. Y es que antes de usar el sentido del gusto usamos nuestros ojos, así que la primera impresión de lo que vamos a degustar es importante.

Para el maridaje nada como un moscato de la marca Kabir, un manjar líquido que desprende notas que recuerdan al durazno o a la piña. Tras beberlo, se siente una textura cremosa.

Y así termina el menú degustación de estos grandes de la cocina, pero la aventura por los tesoros de Oaxaca aún no llega a su fin.

Zapotecos

Pero como no solo de pan vive el ser humano, la experiencia en el Ritz-Carlton incluye una exposición de alebrijes. Estas exquisitas artesanías son creaciones de Angélico Jiménez Carrillo. Este hombre, descendiente de zapotecos, pertenece a una estirpe que desde 1927 venera los animales espirituales.

“A cada quien se nos designa un animal según nuestra fecha y hora de nacimiento”, explica. “Todos tenemos el alma y el espíritu de un animal. Eso se llama tona, y al paso del tiempo, cuando adquieres las enseñanzas del animal, lleva por nombre nahual”.

Las piezas que se exhiben tanto en SAMOS como en el bar Carlotta Reforma cuentan una historia. Para los zapotecos no son objetos de decoración, son identidad, cultura y tradición.

Si observas en alguna de las piezas una semilla, eso significa fertilidad, las generaciones venideras; el sol saliendo significa el nuevo comienzo, la nueva vida y el nuevo amanecer; el caracol significa el lenguaje, el caracol de la etnia. Cada figura está decorada con infinidad de símbolos como el diamante zapoteco.

Estas obras de madera de copal, elaboradas en San Antonio Arrazola, Oaxaca, pueden comprarse y también existe la posibilidad de pintar una pequeña pieza… ¡conviértete en artesano por un día!

Un homenaje

La Guelaguetza refuerza los lazos de solidaridad y generosidad que definen a Oaxaca, y el festival culinario organizado por Ritz-Carlton es un recordatorio del orgullo y la herencia cultural que los oaxaqueños llevan en el corazón, invitando a todos a ser parte de esta gran celebración de vida y comunidad.

Ingredientes frescos, especias, aromas y los recuerdos del chef se combinan para crear una experiencia gastronómica memorable en SAMOS Sabores Míos, ubicado en el piso 38 —que se caracteriza por ofrecer un viaje culinario mexicano elaborado con ingredientes de origen local ofrece una experiencia única donde los comensales pueden descubrir una experiencia sensorial completa mientras contemplan el Castillo de Chapultepec, el parque y la vista a la ciudad.

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