Cuna de Tierra, cuando la arquitectura perfecciona los vinos

¿Cuál es el papel que juega en la arquitectura en el vino? Cuna de Tierra en una de las primeras bodegas en construir instalaciones de vinificación

Eliesheva Ramos  ·  2 abril, 2024
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Cuando destapas una botella de vino y la degustas es muy probable que pienses en la región dónde se cosechó, en el tipo de uvas, quizá hasta le dediques un breve pensamiento a la labor del enólogo, pero seguramente ni por la cabeza te pasa el papel que juega en la calidad de esa bebida la arquitectura, es decir, la construcción de la bodega.

Así es, pues sin una bodega personalizada, acorde a las necesidades del enólogo, el vino no alcanzaría la perfección, así que el líquido que llevas a tu labios debes agradecérselo, en buena medida, a los arquitectos.

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Haciendo historia

Cuna de Tierra puede presumir que es la primera vinícola del estado de Guanajuato. A mediados de los noventa iniciaron la aventura de propagar la vid, lo que, a través de los años, les ha dado infinidad de satisfacciones en todos los sentidos.

Así como fueron punta de lanza en el cultivo de uvas, se convirtieron en una de las primeras bodegas en construir instalaciones de vinificación y atención a los visitantes.

Eso sucedió en 2013 e Ignacio Urquiza Seoane, uno de los arquitectos responsables de esta magna obra, platica con Selecciones sobre cómo se dio ese proyecto, que fue premiado con medalla de plata en la 1a Bienal de arquitectura de la Ciudad de México, nombrado Icono del Diseño mexicano por la revista Architectural Digest y obtuvo medalla de plata en la XIII Bienal de Arquitectura Mexicana 2014.

Cada vinícola que visites tiene características propias, tiene que ser pensada para que responda a una buena línea de producción de vino, precisa Urquiza. “Se consideran la región, el tipo de vinos que se elabora, las particularidades del enólogo”.

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Todas las bodegas necesitan lo mismo, pero cada una las acomoda de manera diferente. Urquiza las compara con los museos: “Son distintos, pero la pieza principal es el arte y la relación con el usuario, así que hay que seguir las reglas para que cumpla su cometido”.

Tierra, madera, concreto: elementos que mejoran un buen vino

En el estudio trabajamos con tres elementos fundamentales, cuenta el arquitecto. El objeto, pues es lo que diseñamos; el segundo elemento es el usuario, ya que es quien lo habita, quien lo usa, quien lo vive y en tercer lugar el contexto. Esa triada tiene el mismo valor y con base en eso trabajamos.

La tierra es fundamental para una buena uva y un mejor vino, así que Urquiza y su despacho la usó de pretexto para su construcción.

Toda la tierra producto de la excavación para los cimientos fue convertida en muro. “Colamos ese tepetate, le añadimos ciertos productos para endurecerlo y con esa mezcla de 95 % tepetate se crearon muros de 30 centímetros de espesor”.

Ese material, además, resultó térmico, lo que ayuda a la calidad del vino, pues el calor, el ruido y la luz pueden afectarlo.

Nueva vida para el antiguo mirador

Lo primero que proyectó el grupo de arquitectos fue la llamada Torre de Tierra; la petición de los fundadores de Cuna de Tierra fue el reemplazamiento de un antiguo mirador, que al final, en la parte de abajo, se convirtió en un wine tasting en medio de los viñedos.

El segundo aire del mirador convenció a las partes involucradas de que iban por buen camino.

Para seguir innovando, los arquitectos se inspiraron en un proceso muy lineal para la creación del resto del inmueble.

Las vinícolas tienen una línea productiva lineal, pragmática: llega la uva, se selecciona, se despalilla, se estruja o se poncha, pasa a los tanques de fermentación y de ahí cada enólogo elige si va a barrica o a botella. Después de eso regresa a los tanques, se embotella, se encorcha, se etiqueta, se empaca y se comercializa.

“Convertimos ese proceso mecánico en arquitectura, separamos cada parte del proceso en un volumen independiente; analizamos cuáles podían interactuar (la selección, el despalillado, el estrujado y la fermentación son un volumen; mientras que la cava, el laboratorio, el etiquetado y el encorchado es otro”, cuenta Urquiza Seoane.

“Posicionamos esos volúmenes con relación a esa línea de producción y a la orientación”, agrega.

La mayoría de las vinícolas están en un solo edificio, mientras que aquí son volúmenes separados, es decir, está conformada por múltiples edificios.

Y cada uno de esos volúmenes le da sombra al contiguo. Y cuando ese volumen no tiene otro volumen que frene el sol, cuenta con un muro paralelo que igual le da sombra, lo que mantiene la temperatura del conjunto.

Cuna de Tierra cuenta con 1,200 metros cuadrados de construcción y tiene una producción de unas 30 hectáreas.

La cava mágica

La arquitectura de esta bodega es tan lograda que los primeros años generaba más ingresos económicos por los visitantes que por el vino.

Es que el despacho de arquitectura dispuso en los muros de la cava (que está medio nivel bajo la tierra para control de temperatura y para que por gravedad pudieras estar pasando el vino de los tanques de fermentación a las barricas) una celosía conformada por minúsculos cuadros.

Dichos cuadritos, colocados de manera aleatoria, fueron “espejeados” con un muro paralelo a la cava que otorga sombra, y el 21 de diciembre se alinean en la puesta de sol y entran unos rayos de luz que confieren al espacio una iluminación mágica.

El fenómeno solo ocurre un día y medio. “La iluminación de la cava fue un juego, lo hicimos por diversión, pero al segundo año de la inauguración todo mundo fue a las 17:30 al sitio con sus cámaras para atrapar el espectáculo lumínico”, dice Ignacio Urquiza Seoane.

Este arquitecto considera que la fama del vino y su arquitectura han crecido de la mano. “En México tenemos muy buenas piezas arquitectónicas, no hay bodegas tan viejas como en la Rioja o ultramillonarias como en Napa, pero sin duda existen buenas bodegas en el país” finaliza.

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