Casa Fernanda, arte que vive y se habita

Cada habitación, cada pasillo y los jardines están atravesados por la mirada de artistas consagrados que honran el talento hecho en México.

Jorge L.  ·  5 julio, 2025
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Existe un lugar donde los espacios no sólo se habitan, también dialogan. Donde una cama es más que descanso: es un lienzo bordado a mano. Donde las vitrinas no exhiben objetos, sino saberes. Ese lugar es Casa Fernanda, y su vocación va más allá de la hospitalidad: aquí, el arte se habita.

Con una curaduría sensible y arraigada a México a cargo del dueño del hotel, Arturo Contreras, y su hija, Fernanda Contreras, Casa Fernanda no busca decorar, sino sensibilizar al huésped a través del arte. Cada habitación, cada pasillo y los jardines están atravesados por la mirada de artistas consagrados y de artesanos que honran el talento hecho en México.

Un catálogo de sensaciones en bronce, madera y barro donde las esculturas que emergen entre las plantas y los senderos de piedra no son ornamentos.

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Son presencias. La pieza “Sala de espera”, de Rodrigo de la Sierra, presenta a su ya emblemático personaje Timo, reflexivo, casi suspendido en una pausa filosófica. De la Sierra, uno de los escultores más reconocidos del país por su crítica social humorística, aporta tres obras al recorrido: Memento Mori, Escalera y Sala de espera, formando un pequeño universo en sí mismo.



El arte lúdico también tiene su espacio. Rodo Padilla, con su obra, Doctor,convoca a las memorias colectivas de un México pretérito, mientras que Sergio Bustamante —maestro surrealista jalisciense— nos deja su Buscador de estrellas, una figura poética que parece mirar al cielo desde los jardines.

El equilibrio, la armonía y la introspección son temas recurrentes en las obras de Víctor Hugo Castañeda, cuyas piezas —como Meditación o La Flor de la Vida— combinan el dinamismo anatómico con una serenidad casi mística.

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El catálogo se complementa con obras de Juan Carlos Peña Delgado, José Antonio Rodríguez y piezas anónimas, como un santo de milagros de la década de 1920, que subrayan el deseo del hotel de honrar al arte por su expresión más allá de los nombres de sus autores.

El arte también se sirve a la mesa En La Veladora, el restaurante de Casa Fernanda, la experiencia sensorial se derrama dentro y fuera del plato. Las servilletas están bordadas con motivos inspirados en arte popular, las vitrinas contienen artesanías de autor y los muebles son diseños exclusivos que mezclan comodidad con estética.

Las habitaciones también cuentan historias. En las paredes, artesanías provenientes de distintos estados de la República; en el baño, jaboneras de bronce; en las camas, textiles elaborados por comunidades de artesanos que transmiten generación tras generación el saber del telar.

Una filosofía de trazabilidad estética La curaduría de este hotel boutique es una extensión de su filosofía, donde cada pieza es seleccionada no por su valor decorativo, sino por su capacidad de conmover, sorprender e inspirar a través del talento mexicano.

Academia y tradición conviven aquí sin jerarquías: lo hecho a mano se codea con lo expuesto en galerías.

Quien entra a Casa Fernanda no solo reserva una estancia, entra a una conversación con el arte. A una pausa que no es silencio, sino contemplación.

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