Zona Rosa, el ícono LGBT de la CDMX
Las diferentes facetas de la zona, conviven en armonía, reflejando su mayor virtud: la diversidad.
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Un ambiente efervescente se vivió en la Zona Rosa, por la victoria de Wendy Guevara del programa La Casa de los Famosos.
Horas antes del comienzo de la última edición del programa, una multitud se congregó en las calles de este popular enclave cercano al icónico Ángel de la Independencia.
Allí, grandes pantallas fueron instaladas para transmitir en vivo el evento, generando un ambiente semejante a cuando los mexicanos se reúnen para ver un partido de la selección nacional.
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La mayoría de los presentes pertenecía a la comunidad LGBTTIQ+, demostrando un fuerte respaldo a Wendy Guevara. Esta mujer trans se volvió viral en las redes sociales, la cual logró coronarse como la ganadora del reality más popular en el momento.
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La Zona Rosa de la Ciudad de México es un rincón vibrante y diverso que palpita en el corazón de la metrópolis.
Sus calles emanan historia, desde la elegante arquitectura porfiriana hasta su actualidad como un espacio inclusivo y seguro para la expresión de la comunidad LGBTTTIQ+.
Esta zona es un sector de carácter comercial, está ubicada en el seno de la colonia Juárez.
Este pintoresco enclave se halla inmerso en la Alcaldía Cuauhtémoc y linda con uno de los corredores turísticos más destacados de la metrópolis, el Paseo de la Reforma.
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En esta área se congregan boutiques, hoteles, bares, restaurantes, galerías de arte, estudios de tatuaje, cafeterías, clubes nocturnos, librerías, establecimientos de productos eróticos y oficinas.
Los diversos usos de suelo y las historias se entrelazan para dar vida a uno de los sectores más emblemáticos de la ciudad.
Este legado es el resultado de la huella del tiempo en un espacio que ha experimentado múltiples transformaciones a lo largo de su existencia.
Zona Rosa, una colonia con mucha historia
El nacimiento de la Colonia Juárez tiene su origen en otro nombre, la Colonia Americana, surgida en 1880 tras la subdivisión de los terrenos de la Hacienda de la Teja, aprovechando el trazado del Paseo de la Reforma.
A partir de ese año, familias adineradas comenzaron a establecerse en esta zona, inspirados por la arquitectura europea.
Estas personas emprendieron la edificación de edificios y mansiones cuya estética evocaba los inmuebles franceses de los estilos Art Nouveau y Art Decó.
Pronto, en conjunto con las colonias Roma y Condesa, se convirtió en uno de los vecindarios más opulentos de la ciudad.
En el año 1906, como tributo al expresidente Benito Juárez, se bautizó la zona como Colonia Juárez.
En ese mismo año, la Mexico City Improvement Company inició el proceso de urbanización de este sector.
Las calles recibieron nombres inspirados en las principales urbes europeas, con la única excepción de la calle Tokio, que aún conserva su denominación original.
Con el paso del tiempo, la colonia experimentó cambios. Las familias acomodadas empezaron a mudarse a otras áreas de la ciudad, lo que desencadenó el abandono parcial de algunas propiedades.
Este proceso permitió que para 1950, las mansiones comenzarán a transformarse en cafés, galerías de arte, restaurantes, bares, boutiques, tiendas artesanales, oficinas y discotecas. Estas transformaciones convirtieron a la colonia en uno de los enclaves más eclécticos y bohemios de la ciudad.
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Una zona de diversidad
Desde esos años, la Zona Rosa se convirtió en escenario de fiestas y actividades clandestinas organizadas por la comunidad LGBTTTIQ+.
Muchos de los estacionamientos y terrenos baldíos de la Colonia Juárez fungieron como lugares para estos eventos subversivos, que comenzaron a visibilizar a una comunidad que había sido marginada durante décadas.
A lo largo de los años, el barrio recibió la visita de escritores, intelectuales y artistas de renombre de diferentes épocas. A medida que pasaba el tiempo, la zona ganó aún más notoriedad.
Durante los Juegos Olímpicos de 1968 y la Copa del Mundo de 1970, la vitalidad de la zona atrajo a visitantes y la Zona Rosa se convirtió en un punto de encuentro para la celebración de triunfos deportivos.
La comunidad LGBTTTIQ+ consolidó su presencia con la apertura de la primera discoteca gay en la Ciudad de México, marcando un hito en 1954 con la inauguración de “El Nueve”. Este evento resultó fundamental para la evolución del vecindario, transformándolo en un espacio seguro que celebra la libertad y la diversidad.
Después del terremoto de 1985, la zona atravesó una fase de decadencia, pero no fue sino hasta la década de los noventa que recuperó su ambiente bohemio y su animada vida nocturna.
Zona Rosa cultural y el por qué de su nombre
La influencia inspiradora de esta multifacética zona, también se plasmó en algunos pasajes de “La región más transparente” de Carlos Fuentes.
Además, fue el escenario donde bandas como Café Tacvba y Maldita Vecindad llevaron a cabo sus primeros conciertos.
El origen del nombre ha sido motivo de debate entre diversos periodistas y escritores. No obstante, la versión más aceptada sostiene que la zona adoptó su denominación debido a que muchos edificios estaban pintados de rosa.
La ironía que surge al relacionar este color con la controversia que genera al asociarse con géneros distintos al femenino confiere un matiz particular a este espacio.
El novelista Vicente Leñero expresó: “nuestra Zona Rosa es demasiado tímida para ser roja, pero demasiado atrevida para ser blanca”.
En sus calles, la historia se despliega con claridad, abordando no sólo la apreciación arquitectónica, sino también la narrativa de la lucha por la visibilidad y la aceptación de la comunidad LGBTTTIQ+. Su arraigo en la Zona Rosa la convierte en un refugio de diversidad y tolerancia para todos.
La Zona Rosa se despliega en la urbe como un espacio polifacético y cambiante que ha sabido amoldarse al paso del tiempo.
En la actualidad, conserva todas las cualidades que ha adquirido a lo largo de su existencia: desde la gracia de su arquitectura porfiriana hasta el fervor deportivo, culminando en un entorno seguro donde todas las personas son libres de expresarse.
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