Temporada de insectos… ¡A comer gusanos, chinches y hormigas! Los insectos eran muy apreciados entre las culturas prehispánicas hasta la llegada de los españoles… ¡Atrévete y conoce sus exquisitos sabores en Los Danzantes y en Corazón de Maguey!
México tiene una larga tradición de entomofagia. Los insectos han formado parte de nuestra alimentación desde la época prehispánica.
Chapulines, hormigas, chinches como la tantarria no solo han formado parte de nuestra dieta, sino que son altamente nutritivos y, en un tiempo, festín hasta de los dioses.
En determinadas ceremonias prehispánicas, los dioses —además de sangre, su alimento favorito— recibían como ofrenda platillos elaborados con diversas clases de insectos, explica el antropólogo poblano Eduardo Merlo.
Y es que los bichos cuales ocupaban un lugar muy destacado en estos rituales, pues la entomofagia —el hábito de alimentarse de insectos— era una práctica común y apreciada hasta que llegaron los españoles.
Nuestra nación cuenta con 549 especies comestibles.
Existen aproximadamente mil 681 especies de insectos en todo el mundo que son aptos para la alimentación, lo que significa que México cuenta con casi una tercera parte.
Aunque desde la llegada de los españoles se ha alimentado la idea de que su consumo es repulsivo, los insectos son limpios y, sobre todo, altamente nutritivos.
El chapulín Sphenarium purpurascens, el más ingerido de entre las 550 especies de insectos comestibles registradas en México, tiene 70 por ciento de proteína.
En cien gramos se obtienen prótidos de buena calidad y aminoácidos necesarios para el cuerpo humano.
Los restaurantes Los Danzantes y Corazón de Maguey, ubicados en el mero centro de uno de los barrios más tradicionales de la Ciudad de México, nacieron con el propósito de revalorar las maravillas gastronómicas y culturales de México.
Su misión es la creación de conciencia e identidad nacional. Con estos preceptos en mente, cada año ofrecen un festín en donde las hormigas, los gusanos y las chinches son los protagonistas de emblemáticos platillos.
Desde el 4 de mayo y hasta el 6 de junio estos templos gastronómicos ofrecerán experiencias gastronómicas basadas en bichos.
Este evento es una celebración a la diversidad de los seres más abundantes de la Tierra.
Todos los platillos son planeados y ejecutados por Alejandro Piñón ‘Tekila‘, quien combinando originalidad y tradición nos invita a danzar por nuestra memoria ancestral gastronómica.
Si quieres empezar poco a poco esta aventura gastronómica exótica inicia con la tostada de chapulín, una divertida receta que emula al ceviche con trozos de mango, aguacate y queso añejo.
El chapulín Sphenarium purpurascens es el más ingerido de entre las 550 especies de insectos comestibles registradas en México. Es muy común encontrarlo en Oaxaca, Puebla e Hidalgo.
Resalta el sabor de ese bicho con un coctel llamado Naked and Famous, una bebida clásica muy refrescante.
Está elaborado con mezcal Alipús Santa Ana; Aperol, un licor italiano; Chartreuse amarillo, un licor francés elaborado por los monjes cartujos a partir de la maceración de ciertas hierbas en un aguardiente de alta graduación, y jugo de limón amarillo.
Para seguir la ruta de sabores de manera paulatina puedes elegir el tamal de masa azul con 170 gramos de bichos.
Está elaborado con masa colada y relleno de chapulín, escamol, gusano de maguey y hormiga chicatana, perfumado con jumil y servido con salsa de jitomate y pepita tostada.
“Este año fue muy difícil para la recolección de la hormiga chicatana” comenta el chef Alejandro Piñón, quien manifiesta su preocupación por la escasez de los insectos comestibles debido a malas prácticas.
La masa de este tamal se bate por largo tiempo. “El comensal hallará un tamal muy meloso, muy mantequilloso, muy suave y divertido por la presencia de los insectos”.
Corazón de Maguey, dicho sea de paso, es amante de servir tamales en todas sus formas.
Esos platillos, y otros más en la misma línea de la entomofagia, podrás degustarlos en el restaurante Corazón de Maguey.
Los Danzantes Coyoacán son pioneros en la creación de experiencias gastronómicas. La Temporada de Bichos ya es una tradición que lleva danzando 26 años.
Inicia la aventura con los sopes Quetzalcóatl, cinco piezas de masa de maíz criollo de Amatlán teñida con achiote y acompañada de frijol refrito.
Cada uno es coronado con un espléndido guisado de flor de calabaza, chile pasilla y el célebre escamol, es decir, la pupa de la hormiga, una de las máximas expresiones de este recinto.
Uno de los consentidos de la casa es el arroz con bichos. Este platillo año con año aparece en la carta de Los Danzantes.
Se trata de un arroz salvaje con una mezcla selecta de los mejores bichos de temporada. Su sabor tal vez te recuerde la tierra que rodea los valles y montañas de nuestros pueblos recolectores.
Este arroz es una excelente opción para quienes no quieren comer los bichos directamente, pues se combinan con la perfecta textura del grano, lo que hace más amable la experiencia para los principiantes.
Si eres más avanzado en estas lides y quieres sentir el sabor y la textura de cada uno de los insectos comestibles, no dejes de pedir los 150 gramos de bichos para la elaboración de tacos.
El maguey o el árbol de las maravillas es sin duda el pilar de nuestra gastronomía.
Esta planta que se reproduce donde casi nada fructifica le regala a México dos tipos de gusanos, uno en las piñas y otro en las pencas, los cuales son minuciosamente recolectados a mano.
En esta ocasión son servidos con una salsa de chile guajillo y naranja, acompañados por aguacate,
cebolla y mayonesa de ceniza de berenjena.
Cabe destacar que la mayor parte de las hortalizas, flores, frutos, raíces y brotes utilizados en la preparación de los platillos provienen del sistema agrícola chinampero de Xochimilco.
Desde 2007, Los Danzantes resguarda y preserva la tradición de cultivar bajo esta técnica.
Así mismo, el maíz ofrecido en los restaurantes se siembra y cultiva con respeto y tradición, colaborando en la conservación y la purificación del maíz criollo en Amatlán de Quetzalcóatl.
Aunque esta tradición ha perdido fuerza con el tiempo, se ha buscado promover el consumo de esta proteína, pues México tiene una gran variedad de especies comestibles y su aporte nutricional es altísimo.
Pero el ’boom’ de su consumo no ha servido para una mayor protección de su hábitat ni para la implementación de programas integrales que eviten la recolección y comercialización descontrolada.
Aunque son una excelente opción para la dieta humana, aún se tienen malas prácticas, así que si quieres probarlos asegúrate de acudir a sitios en donde sean recolectados en temporada, a precio justo y con los mejores procesos de producción y distribución.
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