Sólo en la Ciudad de México uno se puede encontrar viendo a uno de los bailarines de ballet más destacados del país y, unas horas después, parado sobre la solitaria calzada México-Tacuba después de medianoche, temiendo ser asaltado en cualquier momento.
Nunca había ido a un espectáculo de ballet. Al menos no en el Auditorio Nacional. Nunca con Isaac Hernández en el elenco. Tal vez vi a alguna compañía local allá en Saltillo, pero no tenía idea de qué esperar del espectáculo ‘Despertares’, con el que desde hace 10 años Hernández trae a México a un montón de bailarines de talla internacional, mezclando sus diferentes estilos en un mismo escenario.
Era viernes cerca de las 7:30 p. m., hora a la que citaron a la prensa, cuando bajé del único transporte capaz de llevarme más o menos a tiempo a Paseo de la Reforma: un Didi. Una lluvia tenue caía y me arrepentí de salir corriendo sin un paraguas, grave error en esta ciudad de infernales lluvias. Por suerte no llegué tan mojado a la fila donde estaban formados los colegas de otros medios, con un diminuto techo protegiéndonos del agua.
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Entré, me anotaron y me entregaron un boleto. Caminé hacia la puerta indicada con la esperanza de tener un buen lugar, pero no se puede pedir todo en esta vida. La prensa fue ubicada en el balcón del lado derecho viendo de frente al escenario, donde nuestra vista era obstruida por el límite del balcón, un grueso tubo blanco casi a la altura de los ojos, las cabezas de los que estaban sentados delante y la cortina roja que cubría casi la mitad del escenario, por estarlo viendo casi todo de lado.
No creo que nada pueda preparar a alguien para lo que se vive en ‘Despertares’. El ballet es el claro protagonista, ocupando la mayoría de los breves segmentos que componen este show, pero no lo es todo: también hay tap, danza contemporánea, hip-hop y hasta coreografías con música de Backstreet Boys y Taylor Swift.
Lo anterior debió ser un alivio para el tipo que estaba sentado al lado mío y que casi no despegó la mirada de su teléfono móvil, quedándose descaradamente dormido en un punto y solo desperando en dos ocasiones: cuando sonaron las primeras notas de Everybody (Backstreet’s Back) y cuando se le cayó el teléfono de las manos. Durante el intermedio desapareció y no lo volví a ver.
Pero para quienes estábamos ahí tratando de hacer nuestro trabajo lo mejor posible, a pesar de tener nulos conocimientos sobre danza, era difícil quedarse dormido ante tantos estímulos y la expectativa de no saber qué vendría después de los aplausos finales de cada número y la oscuridad que anticipaba el siguiente. ¿Un drama amoroso? ¿Extraños movimientos de cuerpos retorciéndose en el suelo? ¿Espectaculares saltos dignos de Michael Jordan?
Cuando Isaac Herández pisó el escenario por primera vez, su presencia pesó sobre todo el lugar. Los aplausos y gritos del público resonaron al verlo llegar con su ajustado atuendo, demostrando por qué ha estado en algunas de las compañías de ballet más importantes del mundo.
Atrapa todas las miradas con movimientos que él hace parecer sencillos, pero que son producto de años de entrenamiento desde su infancia. Es una mezcla entre un atleta y un ente que dibuja en el aire con su cuerpo, creando esculturas efímeras, el arte que se queda por unos instantes y luego desaparece para siempre.
Cada segmento dura unos minutos y alternan bailarines de distintas disciplinas, la mayoría parejas o solos, en un escenario con pocos elementos, donde los cuerpos son protagonistas. Entre las sorpresas destacaron la presencia de la pianista cubana Ana Gabriela Férnandez (quien tuvo dos apariciones) y la violinista alemana Cordula Merks, quienes fueron responsables de los dos únicos momentos con música en vivo. Chey Jurado, con sus impresionantes movimientos que combinaron breakdance y contemporánea, también deslumbró a los presentes con su participación en solitario.
Y cómo olvidar el brusco cambio entre el solemne segundo acto de Giselle y la coreografía de Light Balance, quienes con atuendos de luces LED presentaron un llamativo número musicalizado por las melodías pop antes mencionadas.
El show también contó con la participación de Esteban Hernández, hermano de Isaac. Ambos compartieron el escenario en dos ocasiones, la última para cerrar el evento al son del tema My Way interpretado por Frank Sinatra, no sin antes mostrar un video de la infancia de ambos, quienes desde muy jóvenes se comprometieron al ballet que los llevó a los escenarios donde hoy se presentan.
Despertares duró más de dos horas y para cuando salí del Auditorio Nacional ya eran casi las 12:00 a. m., hora en que los últimos trenes del metro salen de su terminal para hacer su recorrido final. Corrí hacia el subterráneo con la tenue esperanza de transbordar en Tacuba a tiempo, pero en el fondo sabía que no lo lograría.
Mi pesimismo rindió frutos y en dicha estación un policía informó que el último tren ya había partido. Salí a la húmeda calzada México-Tacuba, habitada a esa hora por unos cuantos sospechosos personajes que caminaban muy a prisa y un par de prostitutas con llamativos zapatos altos y diminutas faldas. Esperé 10 minutos al Uber parado en la calle casi desierta, sintiéndome observado por ojos invisibles. Por suerte el vehículo apareció antes de que a alguien se le ocurriera quitarme mis pertenencias.
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