Un postre delicioso que consiste en pan mojado con agua de piloncillo y en algunos casos fruta seca, semillas y hasta queso, pero la pregunta que nos nace es ¿por qué solo la encontramos cuando se acerca la Semana Santa?
En el norte del país la receta es bastante amplia. En una olla grande barro curado, se coloca al fondo mantequilla, tortillas calientes y después el pan duro con pan de caja.
Se van formando capas como si fuera un pastel, con fruta deshidratada como manzana, pera, durazno, tejocote o lo que encuentres.
Semillas como nuez de la india, almendra, nuez pecana y hasta macadamia. Fruta fresca: arandanos, plátano, guayaba y plátano macho.
El toque especial se lo da el queso seco también conocido como Cotija. Ya que se completaron las capas se baña con el jarabe de piloncillo y en algunas partes se hace un betún especial para hornaearlo hasta que los elementos se incorporen.
El origen de la capirotada es español, aunque investigando más descubrí que en la antigua Roma ya preparaban un platillo parecido pero de un toque salado con: vinagre, pollo, alcaparras y queso. A mí me suena más a estofado navideño, pero ellos lo conocían como “capirote”.
Cuando los españoles conocieron dicha receta decidieron adaptarla a sus gustos, mezclando ingredientes salados y embutidos. Cuando deciden conquistar la Nueva España, hoy México traen consigo esta receta que convertimos en un postre.
El nombre de “capirote” se da por los gorros altos y puntiagudos que usan algunos sacerdotes en las procesiones de Semana Santa. Y cada uno de sus elementos lleva consigo un mensaje.
El pan duro, que muchas veces se guarda desde navidad, significa el cuerpo de Cristo, la miel de piloncillo es la sangre. La canela que se usa para aromatizar refleja la madera de cruz en la que se crucifijo y el clavo de olor los elementos que usaron para hacerlo. También el queso que se agrega representa la manta de Cristo que se uso para cubririlo a su muerte.
La tradición marca que se debe preparar el Viernes de Dolores, días antes del Domingo de Ramos, para recibir la semana grande de los católicos.
¿La has probado? ¿Te gusta con todos los elementos, o la prefieres más sencillo? Para mí es un postre que representa familia, unión y mi santo, que trae buenos recuerdos. Aparte de que es deliciosa como cena con un vaso frio de leche.
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