Angelitos, una mirada al ritual de la muerte niña es el nombre de la nueva muestra que llegará al Museo Regional de Puebla (Murep) y la cual revela la forma en cómo el retrato se convirtió en consuelo y esperanza de vida ante la muerte de un ser querido.
Por lo menos, durante 100 años, de mediados del siglo XIX a la primera mitad del XX, los retratos de ‘angelitos’ fueron un recurso socorrido por las familias para atravesar el duelo por la pérdida de los más pequeños del hogar.
Hojear el álbum familiar y mirar de nuevo su rostro inocente, permitía evocar al hijo, hermano, nieto, ahijado pequeño que no volvería más.
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Las 31 imágenes de la exposición abarcan de inicios a mediados del siglo XX, y proceden del Fondo Casasola de la Fototeca Nacional del INAH; de la Fototeca Romualdo García, del Museo Regional de Guanajuato, Alhóndiga de Granaditas; y de la Mediateca del INAH.
La exposición podrá visitarse en la Sala de Exposiciones Temporales del Murep hasta el 27 de noviembre.
La curadora Marisol Jiménez Torres expresa que los dos años de contingencia sanitaria por la COVID-19, la cual despojó a familias de uno o varios miembros, dejaron ver la importancia de los ritos funerarios, ya fueran virtuales o presenciales, de ahí la pertinencia de esta exhibición.
La muestra es una ventana a cómo generaciones anteriores hicieron frente a la muerte, ya que la introducción de la fotografía, sobre todo, a partir del último tercio del siglo XIX, permitió la popularización de los retratos de infantes muertos en varios lugares del país.
Además éstos fueron hechos en todos los estratos sociales, desde los más humildes hasta los de abolengo.
La curadora explicó que los retratos de ‘angelitos’, más que representar el recuerdo de un acontecimiento triste, simbolizan el nacimiento del niño a una nueva vida.
Por esa razón, el momento propicio para tomar la fotografía era la velación o previo al cortejo fúnebre del niño o la niña, antes de levantarles de la mesa.
Los padres y hermanos solían retratarse con el infante en señal de despedida; pocas veces los menores difuntos eran retratados solos. Eran adornados con flores, ropones y túnicas, obsequiados por los padrinos; arreglos de flores en la cabeza y con las manos entrelazadas, para enfatizar su santidad.
Las imágenes de la muestra transcurren en diversos espacios: el patio o la entrada de la casa, la recámara o un simple telón, yendo del enfoque periodístico, característico de la Agencia Casasola, a la enigmática sobriedad de los retratos del fotógrafo de estudio, Romualdo García.
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