Las comidas que se cocinaban en la Revolución Mexicana reflejan la creatividad y resistencia de su gente, adaptándose a las condiciones adversas y los recursos disponibles.
Y es que este evento histórico revolucionario trascendental en la historia de México, surgió con el objetivo de lograr la justa repartición de tierras entre los campesinos y poner fin a la dictadura de Porfirio Díaz.
Durante este periodo, las Adelitas o soldaderas, mujeres valientes que incluso llegaron a participar en combates, desempeñaron un papel crucial en el sustento de las tropas. Su principal labor consistía en preparar alimentos, además de cargar bultos y armas.
Checa las actividades culturales para conmemorar la Revolución Mexicana
A continuación, te presentamos seis platillos que fueron habituales durante la Revolución Mexicana, algunos de los cuales se originaron en este contexto histórico.
El mole con guajolote fue protagonista en la histórica reunión entre Emiliano Zapata y Francisco Villa el 4 de diciembre de 1914 en Xochimilco.
Este platillo, representativo de las comidas que se comían en la Revolución Mexicana, no era muy común en aquella época, pero se eligió como símbolo de la tradición culinaria mexicana para un evento tan importante.
La discada, una especie de parrillada mexicana, nació durante la Revolución Mexicana. Forma parte de las comidas que se comían en la Revolución Mexicana, destacando por su origen ingenioso.
En ese tiempo, un campesino utilizó un disco de arado maltrecho, empleado originalmente para cortar y dividir el sembrado, como comal. En este utensilio improvisado se cocinaba una mezcla de carnes y otros ingredientes, creando un platillo sabroso y abundante para los revolucionarios.
Los frijoles con epazote eran fundamentales en la dieta de los revolucionarios. Esta preparación, típica de la gastronomía mexicana, combinaba la durabilidad de los frijoles con el sabor único del epazote.
Por ser fáciles de transportar y conservar, los frijoles acompañaban a las fuerzas armadas en sus largas travesías, siendo una fuente confiable de energía.
Museo Regional de la Revolución Mexicana, atractivo histórico de Puebla
El burrito debe su nombre a los tacos que se transportaban en burros. Este alimento, considerado parte de las comidas que se comían en la Revolución Mexicana, surgió cuando un vendedor del norte preparaba tacos con tortillas de harina y los llevaba en su animal de carga.
Más tarde, esta práctica se trasladó al ejército, convirtiéndose en un alimento práctico y nutritivo para los combatientes.
El atole de elote con piloncillo era una de las bebidas favoritas de Emiliano Zapata, líder de las fuerzas revolucionarias del sur.
Según algunas fuentes, Zapata evitaba comer carne de cerdo, por lo que esta bebida dulce y energética formaba parte de su dieta habitual.
Los tamales también eran una preparación recurrente entre las Adelitas, siendo parte de las comidas que se comían en la Revolución Mexicana.
Estos platillos, fáciles de transportar y energéticos, eran ideales para los revolucionarios. Aunque la escasez de maíz y el tiempo de cocción podían variar la receta, los tamales se mantenían como una solución práctica y sustanciosa para enfrentar las exigencias del movimiento armado.
La gastronomía de la Revolución Mexicana simboliza ingenio y tradición, rescatando ingredientes y platillos que, además de alimentar, narran una parte esencial de nuestra historia y cultura.
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