Cuando la SEP nos dio permiso de ver al Tri en el mundial
El 11 de junio de 2010, debut del Tri en el mundial y el día en que la SEP convirtió las aulas en estadios improvisados.
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El 11 de junio de 2010 no fue una mañana cualquiera. Ese día, además del debut del Tri en el Mundial de Sudáfrica, la Secretaría de Educación Pública (SEP) permitió que miles de alumnos y maestros dejaran los libros por un momento y volvieran sus ojos al televisor. En distintas escuelas del país se vivió un ambiente único: el fútbol se coló en las aulas y convirtió a toda una generación en aficionados de ocasión.
La SEP no solo dio permiso; legitimó un instante histórico que parecía inevitable: todo México quería ver al Tri. Así, en muchos salones se instalaron televisores, los estudiantes se reunieron como si estuvieran en un estadio, y hasta hubo bocadillos compartidos.
Hoy es 11 de junio, hace exactamente 15 años iniciaba el Mundial de Sudáfrica 2010 y todas las escuelas de México se paralizaron por completo para ver el partido inaugural del torneo, un recuerdo inolvidable que muchos todavía llevamos en nuestros corazones. pic.twitter.com/2EjzDGGeeJ
— Cerebros (@CerebrosG) June 11, 2025
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Las vuvuzelas resonaban desde Sudáfrica y, al mismo tiempo, en el ánimo de cada niño y maestro que vivía ese debut en comunidad. Fue como detener al país por unos minutos… pero con sonrisas, banderas y esperanza.
Aunque no se trató de un día feriado oficial, la flexibilidad marcó la diferencia. Algunos siguieron el partido por radio, otros con pantallas improvisadas, pero lo cierto es que desde Tijuana hasta Mérida, millones estuvieron conectados al mismo grito: ¡Vamos México!
El balón se convirtió en excusa perfecta para unir generaciones, barrios y aulas, demostrando que el fútbol es también una celebración colectiva.
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El 11 de junio de 2010 pasó a la historia no solo como el debut mundialista del Tri, sino como la fecha en que la SEP transformó las aulas en estadios improvisados.
Fue un día de identidad, cultura y unión, un recordatorio de que el deporte también enseña: a soñar, a emocionarse juntos y a aprender que un balón puede ser mejor profesor que cualquier libro.
Una lección mágica que quedó marcada en la memoria de quienes vivieron ese momento inolvidable.
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