Ozzy Osbourne en Teotihuacán: encuentro místico con los dioses

Ozzy Osbourne ya no está, pero su espíritu sigue resonando como un eco eterno entre las pirámides del Sol y la Luna.

Braulio Reyes  ·  23 julio, 2025
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En 1995, Ozzy Osbourne, leyenda del heavy metal y vocalista de Black Sabbath, vivió un momento inolvidable en México al visitar la zona arqueológica de Teotihuacán, durante su gira Retirement Sucks Tour. Acompañado por el fotógrafo Fernando Aceves, el músico recorrió la Pirámide del Sol, la Pirámide de la Luna y la Calzada de los Muertos, en una sesión que pasó a la historia por su carga simbólica.

📸 Un encuentro entre mitos

En las imágenes captadas por Aceves, Ozzy aparece sereno, casi espiritual, con un chaleco bordado típico, contemplando el paisaje ancestral de una cultura que lo maravilló. Más que una simple parada turística, fue —como muchos describen— un encuentro entre mitologías: la del rock irreverente y la de los dioses prehispánicos.

Aceves lo resumió como “uno de los momentos más importantes de su carrera fotográfica”, y no es para menos: la imagen del Príncipe de las Tinieblas de pie ante un altar solar mexicano, sin pose, sin disfraz, capturó a Ozzy desde un lugar humano y contemplativo. Ese instante se volvió emblema de su relación con México y su cultura.

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🕯️ Un adiós entre pirámides

El pasado 22 de julio de 2025, a los 76 años, Ozzy Osbourne falleció tras años de luchar contra el Parkinson y otras complicaciones de salud. Su partida marca el fin de una era en la historia del rock, pero también revive recuerdos como aquel día en que, alejado de los reflectores, se presentó ante los dioses de Teotihuacán, tal como un peregrino en busca de significado.

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La visita de Ozzy a Teotihuacán revela otra faceta de su personalidad: la del artista curioso, sensible y conectado con la historia y la espiritualidad de los pueblos que lo recibieron. Su imagen entre las piedras milenarias ya forma parte del imaginario cultural del rock en México.

🔔 Un legado que trasciende escenarios

Ozzy no solo nos dejó himnos como “Paranoid” o “Crazy Train”, también nos dejó una postal entrañable de introspección en uno de los sitios más sagrados de México. En tiempos donde las estrellas del rock parecen lejanas, esta escena nos recuerda que, al final, hasta los íconos buscan algo más profundo.

Ozzy Osbourne ya no está, pero su espíritu sigue resonando como un eco eterno entre las pirámides del Sol y la Luna.

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