Candelaria: la estación del Metro que guarda la historia de un templo, lagos y patos
Más allá de su funcionalidad, Candelaria es un claro ejemplo de cómo el Metro se convierte en guardián de la memoria histórica.
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El Metro de la Ciudad de México no solo es un medio de transporte esencial para millones de personas, también es una red cargada de simbolismo e historia. Cada estación tiene un nombre y un ícono que, lejos de ser decorativos, reflejan aspectos del pasado del lugar en el que se ubican, un ejemplo fascinante de esto es la estación Candelaria.
Ubicada en la Línea 1, una de las más antiguas del sistema. Esta línea recorre poco más de 18 kilómetros y conecta veinte estaciones, cada una con su propia historia. En el caso de Candelaria, la imagen de un pato sirve como pista para descubrir el pasado de esta zona.
Candelaria también conecta con la Línea 4 del Metro y se encuentra dentro de la Alcaldía Venustiano Carranza. Su horario de operación varía según el día: de lunes a viernes abre de 5:00 a 24:00 horas, los sábados a las 6:00 horas y los domingos y días festivos desde las 7:00 horas.
Más allá de su funcionalidad, Candelaria es un claro ejemplo de cómo el Metro se convierte en guardián de la memoria histórica. La presencia del pato en su logotipo no es fortuita, sino que tiene raíces profundas en los tiempos del virreinato, cuando la zona estaba dominada por cuerpos de agua.
Según datos del propio sistema de transporte, el nombre y el símbolo de la estación hacen referencia a la época en que se construyó un templo bajo la advocación de la Purificación de la Virgen María, comúnmente conocida como la Virgen de la Candelaria. Esta iglesia fue construida en un terreno fértil, alimentado por la humedad de los antiguos lagos que rodeaban Tenochtitlán.
Esa riqueza natural atrajo a numerosas aves acuáticas, especialmente patos. La abundancia de estas aves derivó en una actividad económica entre los habitantes del lugar, quienes comenzaron a comerciarlos frente al templo recién construido.
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Con el paso del tiempo, se consolidó un mercado local de patos, y el sitio comenzó a ser conocido popularmente como “Candelaria de los Patos”. Ese apodo se mantuvo incluso después de que la zona fuera urbanizada, y es el motivo por el cual el ícono del pato en el agua representa a la estación hasta el día de hoy.
El Metro explica que tanto la plazuela frente al templo como el barrio que lo rodeaba fueron demolidos, y en su lugar surgieron nuevos edificios. A pesar de esos cambios, el símbolo de la estación sirve como un homenaje a ese pasado casi olvidado.
Este tipo de detalles muestran cómo el Metro es más que un sistema subterráneo de trenes; es también un museo viviente de la ciudad, en donde conviven el presente y la historia, muchas veces sin que los pasajeros lo noten.
Cada estación de la Línea 1 tiene una historia particular que contar, y Candelaria es una de las más ricas en narrativa. A diario, miles de usuarios pasan por allí sin saber que debajo de sus pies hubo un mercado, un lago y una comunidad que hizo del comercio de patos su forma de vida.
La historia de esta estación también recuerda que la naturaleza fue un componente vital en la conformación de la capital mexicana. Las condiciones geográficas no solo definieron el paisaje, sino también la actividad económica y social de sus habitantes.
A medida que la ciudad crece y se transforma, el Metro permanece como una estructura que preserva parte de su esencia original. Y aunque ya no haya patos ni plazuelas, el recuerdo de aquel tiempo sobrevive gracias a un simple logotipo.
Candelaria es solo una muestra de todas las historias que aún pueden descubrirse en el Metro. Basta con detenerse un momento, mirar los símbolos y preguntarse: ¿por qué esta estación se llama así?