Teya Viva: El sabor de Yucatán late en el centro de Mérida
Destacan platillos como el Pulpo Maya al recado negro, el guacamole con longaniza de Valladolid y carne de Temozón o el Puerco Kabax, así como cocteles inspirados en la mitología maya.
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En los años 70, cuando pocos miraban hacia el patrimonio olvidado de Yucatán, Don Jorge Cárdenas tomó una decisión que parecía descabellada: cambió su coche por una hacienda en ruinas. Se trataba de la Hacienda Teya, una propiedad del siglo XVII ubicada a las afueras de Mérida que, tras dos décadas de restauración paciente, se transformaría en uno de los espacios turísticos y gastronómicos más queridos del estado.
Lo que empezó como un acto de intuición y pasión por el legado cultural, hoy tiene eco en el centro de Mérida. A solo 20 minutos de la Hacienda Teya original, nació una extensión urbana que preserva la misma esencia: Teya Viva, un restaurante que recoge la memoria, los sabores y la creatividad de Yucatán y los acerca al pulso moderno de la ciudad blanca.
Una joya gastronómica en Paseo 60
En abril de 2019, dentro de Paseo 60, a escasos metros del emblemático Paseo Montejo, Teya Viva abrió sus puertas para “apapachar” a los meridanos y visitantes con un menú que honra las recetas tradicionales y la cocina viva de la región. El restaurante fue concebido como parte de una zona estratégica en expansión, rodeado de hoteles, agencias de viaje y el Centro Internacional de Congresos de Yucatán.
Su propósito no es replicar de forma literal lo que ocurre en la hacienda, sino acercar su esencia a una nueva generación de comensales. Y lo ha logrado.
Un recorrido por los sabores más entrañables de Yucatán
Uno de los mayores encantos de Teya Viva es cómo rescata y transforma los clásicos yucatecos, manteniendo su autenticidad, pero con guiños de técnica moderna y respeto al producto local.
El sikil pak, esa joya de la cocina maya, se sirve como entrada y revela su complejidad en cada bocado: una base de tomates tatemados al carbón, ajo, cebolla, sal y cilantro, mezclados con pepita molida. Se acompaña con tostadas y se presenta al centro, como lo dicta la costumbre cantinera del sureste.
El guacamole de la casa no es un simple acompañante: incorpora longaniza de Valladolid y carne ahumada de Temozón, dos ingredientes emblemáticos del sabor profundo de Yucatán.
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Los kibis, de clara influencia libanesa, se elaboran con carne de cerdo y se presentan sobre un espejo de reducción de escabeche oriental. Se trata de un platillo que mezcla tradición, migración y técnica artesanal.
Cocina de autor con alma local
Uno de los platillos más celebrados del menú es el Pulpo Maya, creado por el chef Roberto Solís, cocinado a las brasas con recado negro y servido con salsa ranchera y aguacate. Es un platillo que traduce la tierra al plato: fuego, mar, y sabor.
Otro imperdible es el Puerco Kabax, una visión contemporánea del tradicional frijol con puerco, reinterpretado con arroz, frijoles, filete de cerdo con mojo cubano, chile xcatic, plátano macho.
Otra delicia es el platillo llamado Selva yucateca, que consiste en arroz con venado, otra proteína común en esa zona. La complejidad de sabores y texturas habla de la experiencia que respalda este plato.
Y si se trata de beber algo memorable, el coctel Serpiente Emplumada —inspirado en Kukulkán, la deidad maya—, mezcla pitaya, mezcal, Grand Marnier, jugo de limón, cubos de pitaya y una garnitura en forma de serpiente. El vaso se escarcha con sal de chile xcatic, uno de los chiles frescos más distintivos de la región.
Arquitectura con historia y diseño con identidad
Teya Viva no solo enamora por lo que sirve, también por cómo se siente el espacio. Cada rincón del restaurante está pensado para honrar la herencia de la Hacienda Teya, empezando por objetos traídos desde la hacienda original y un diseño arquitectónico que mezcla tradición y estética contemporánea.
Uno de los puntos más llamativos es el mural detrás de la barra, obra del artista local Gabriel Mendoza, reconocido por colaborar con producciones internacionales como el Cirque du Soleil. El mural integra frutas y elementos representativos de Yucatán: chaya, chile habanero, lima y achiote, en una composición vibrante.
Los pisos de pasta —emblemáticos de la arquitectura yucateca— fueron seleccionados para evocar el alma de la hacienda original. Y las sillas “Toh”, talladas a mano e inspiradas en el ave mítica que custodia los cenotes, combinan diseño artesanal con valor simbólico.
Una experiencia pensada para quedarse en la memoria
Desde la terraza al aire libre, pasando por la barra de mixología hasta llegar a los salones privados, cada zona del restaurante cuenta una historia. Todo en Teya Viva está inspirado en momentos, sabores y personajes ligados a la Hacienda Teya y al patrimonio culinario yucateco.
Uno de los postres más entrañables tiene historia propia: el flan de Don Jorge, una receta personal que ha trascendido el recetario familiar para convertirse en un postre reconocido incluso fuera de México. ¡Don Jorge no solo fue pionera en rescate de haciendas en Yucatán, también fue un apasionado de la buena cocina!
Así es Teya Viva, una mesa donde caben las historias personales y la identidad regional.