Esta es la historia del tranvía, medio de transporte que circuló por la Ciudad de México. | Foto: Wikimedia Commons.
La historia del tranvía en la Ciudad de México es un relato que refleja la transformación del transporte urbano y la modernización del país. Aunque este sistema cayó en desuso hace más de tres décadas, su auge puede situarse entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando el tranvía simbolizaba progreso y conexión entre el centro y las orillas de la ciudad.
Mientras que en Europa, distintos sistemas de locomoción impulsaban estos vehículos: vapor en Rouen, aire comprimido en Nantes y electricidad en París y Viena en México, los primeros tranvías del siglo XIX funcionaban con tracción animal; caballos, mulas o jumentos tiraban los vagones, y cuando el terreno lo exigía, se añadía un “encuarte” adicional.
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A falta de motores eléctricos o de vapor, estos vehículos eran conocidos como “trenes de sangre”, pues dependían del esfuerzo de los animales para moverse. Su presencia en las calles era símbolo de una ciudad en crecimiento, aunque su velocidad y alcance eran limitados.
La llegada de la electricidad marcó un cambio decisivo en la historia del tranvía. Justo en 1900, los ingenieros reunidos en París destacaron sus beneficios: mayor velocidad, mejor adaptación a terrenos irregulares y conservación de las vías.
La Ciudad de México adoptó rápidamente la innovación y el 15 de enero de 1900 inauguró su primera línea eléctrica, conectando el Zócalo con San Ángel. Esta expansión se debió tanto al aumento de la demanda como al apoyo del gobierno porfirista a empresarios ingleses.
Durante el Porfiriato, el tranvía proyectó una imagen de modernidad y civilización. Incluso durante la Revolución Mexicana, este sistema se mantuvo en funcionamiento, al no ser objetivo militar ni de asaltos.
En los años veinte, alcanzó su máximo auge y se calcula que transportaba unos 300 mil pasajeros diarios. Este crecimiento permitió la creación de un gremio fuerte y organizado, aunque las huelgas de los tranviarios entre 1921 y 1925 enfrentaron directamente a los trabajadores con el gobierno de Álvaro Obregón.
Las tensiones laborales derivaron en la fundación de la Alianza de Tranviarios de México y en el desinterés oficial hacia el sistema. Durante los años treinta, las autoridades federales y locales favorecieron progresivamente el uso de camiones, introduciendo unidades Ford para sustituir al tranvía.
El cambio se intensificó en la administración de Manuel Ávila Camacho, cuando el gobierno priorizó retirar vías y cables eléctricos, además de pavimentar las calles para los nuevos autobuses.
Hacia 1950, los autobuses ya transportaban al 80 por ciento de los pasajeros, mientras que el tranvía sólo a un 20 por ciento.
A esta situación se unió un trágico accidente ocurrido el 21 de febrero de 1953, cuando dos unidades de la Línea de La Venta chocaron de frente causando 63 muertes, siendo algo que precipitó su declive. Desde entonces, el sistema perdió su reputación de seguridad y se aceleró su desaparición.
En 1967 comenzaron los trabajos del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM), cuyas primeras unidades llegaron de Francia. La Línea 1 se inauguró el 4 de septiembre de 1969, abriendo una nueva era en la movilidad capitalina. Diez años después, el último tranvía de la Ciudad de México realizó su recorrido final, cerrando un ciclo que había durado casi un siglo.
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