Festival Gourmet & Wine Santa Fe 2025
Santa Fe vibró el pasado fin de semana con aromas, sabores y experiencias inolvidables. La segunda edición del Festival Gourmet & Wine Santa Fe 2025 se llevó a cabo los días 6 y 7 de septiembre en los elegantes espacios de The Westin Santa Fe y Park Plaza, convirtiéndose, una vez más, en el epicentro de la alta gastronomía, el vino y la mixología de autor en la Ciudad de México.
Te contamos lo que sucedió para que —créenos— la siguiente edición no te la pierdas por nada del mundo.
Desde el primer momento, el ambiente lo dijo todo: música suave, arquitectura contemporánea, luces perfectamente diseñadas y un público entusiasta que sabía que estaba a punto de vivir algo especial.
Lo que se ofreció aquí fue más que una feria gourmet: fue una experiencia sensorial completa, donde los sentidos fueron protagonistas y el buen gusto se celebró en cada rincón.
Medio centenar de propuestas culinarias de primer nivel ofrecieron sus mejores creaciones. La calidad y la presentación fueron impecables, pero lo más destacado fue el carácter narrativo de cada platillo, cada copa, cada taller: todo contaba una historia.
Uno de los espacios más celebrados fue el del Hotel W, que se lució con una propuesta deliciosa y contundente: tacos de chamorro, tostadas de huachinango y cortes de carne perfectamente preparados.
Como toque final, ofrecieron unas trufas con mezcal que más de uno describió como “de rechupete”.
Y si te quedaste con antojo, buenas noticias: el taco de chamorro se puede seguir probando todo este mes en un food truck frente al hotel, mientras que los cortes y tostadas están disponibles en Trivuu, su bellísimo restaurante de autor.
El chef Alfredo Atilano, de Central Central, preparó hamburguesas de wagyu americano con mermelada de tocino, cebolla caramelizada y aderezo de ajo. Para conquistar el lado más dulce de los asistentes, ofreció un pastelillo de crepas de conejito.
La presencia de casas vinícolas mexicanas fue uno de los grandes aciertos del festival. Dos Búhos, por ejemplo, brilló con tres vinos espectaculares.
Esta bodega orgánica, ubicada en San Miguel de Allende, trajo consigo tres etiquetas artesanales que se robaban la atención de los catadores más exigentes.
Su Mosaico Blanco 1524, un vino sin paso por barrica con una mezcla inusual de uvas (Cabernet Franc, Sauvignon y Aglianico), sorprendió por su estructura y frescura.
Pero el que verdaderamente acaparó miradas fue su Moscato Giallo Vino Anaranjado, elaborado con una maceración prolongada de seis meses en pieles. El resultado fue un vino tánico, seco, complejo y profundamente aromático, ideal para paladares aventureros.
Por otro lado, Vinos Maxia —desde el mágico Valle Ojos Negros, en Baja California— trajo etiquetas con una historia fascinante: sus viñedos crecen en lo que solía ser una mina, y sus botellas llevan cuarzos reales en la tapa. Con agua pura, altura privilegiada y un terroir lleno de historia, Maxia ofreció degustaciones donde cada sorbo revelaba el alma de su tierra.
No faltaron los destilados. Don Julio estuvo presente con una experiencia exclusiva para los amantes del tequila, presentando su más reciente creación: Don Julio Ceniza, un añejo oscuro con notas profundas que nacen del tostado especial de sus barricas. Quienes tuvieron la oportunidad de probarlo lo describieron como “una joya para paladares expertos”.
En el mundo del agave, Braltos ofreció un recorrido sensorial por su tequila orgánico, producido en Los Altos de Jalisco bajo prácticas sostenibles. Su propuesta es clara: volver a las raíces, sin prisa, sin químicos y con respeto total al ciclo natural del agave azul.
Y para quienes aman el queso, la sorpresa fue Afino by Grande, creadores de Fine Italian Cheeses™, quienes acompañaron sus degustaciones con unas pizzas memorables y una hamburguesa de wagyu americano con mermelada de tocino que se convirtió en uno de los bites más comentados del evento. Para cerrar, su pastelillo de crepas con conejito de chocolate fue un hit en redes y en paladares.
También estuvo presente Casa Madero, la vinícola más antigua de América, con más de 425 años de historia en el arte del vino. Sus etiquetas, reconocidas por su elegancia y equilibrio, ofrecieron a los asistentes una cata memorable que conectó tradición y excelencia en cada copa.
Por otro lado, el restaurante Cascabel, de la reconocida chef Lula Martín del Campo, sorprendió con su propuesta fresca y auténtica de cocina mexicana contemporánea, reafirmando por qué su cocina ha sido tan aclamada dentro y fuera del país.
Uno de los momentos más espectaculares del festival fue el ronqueo de atún rojo, llevado a cabo por personal a cargo del chef Jonathan Otey, del Westin Santa Fe.
Con maestría y precisión quirúrgica, el chef explicó y ejecutó este ritual, en el que el atún se corta en más de 20 piezas distintas. El sonido de los cuchillos al deslizarse por el espinazo —de ahí el nombre “ronqueo”—, capturó la atención de todos.
Este tipo de experiencias no solo deleitan: educan, fascinan y conectan con la historia detrás del producto.
Y si de espectáculo se trata, Isra Barón, campeón internacional en coctelería, ofreció una clase maestra que terminó siendo uno de los momentos más vibrantes del evento.
Su propuesta en Kntina incluyó cócteles creativos, ingredientes inesperados y técnicas de alto nivel. Fue más que una demostración: fue una celebración del arte líquido.
El festival contó con la participación de La Tasquita del Jamón, restaurante que fusiona la autenticidad de la gastronomía española con un toque mexicano.
Su jamón, sus pintxos y su trato cálido fueron la antesala perfecta para el cierre del festival, que incluyó música en vivo, DJ sets, y un mariachi espectacular que le dio ese toque mexicano que hace que cualquier evento termine con una sonrisa.
Porque lo que se vivió este año fue mucho más que probar vinos y comer bien. Fue un espacio para descubrir, aprender, conectar y disfrutar en un ambiente cuidado al detalle. Porque en un mundo de prisas y fórmulas repetidas, este festival ofrece una experiencia auténtica, sofisticada y profundamente humana.
Y si te lo perdiste, ya lo sabes: ve guardando la fecha para 2026. Tu paladar —y tus sentidos— te lo van a agradecer.
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