CDMX

¿Sabes de quién es el monolito en el Museo de Antropología?

Un monolito de siete metros de altura, 3.80 de ancho y 1.50 de espesor te recibe en a un costado del Paseo de la Reforma para entrar al Museo Nacional de Antropología e Historia. Esta es una representación, según la creencia popular, del Dios del agua entre los mexicas, el Dios Tláloc.

Pero ¿cómo llegó hasta ahí y de dónde? ¿Es verdad que no es Tláloc? Pues aquí te decimos. El monolito fue traído desde la comunidad de San Miguel Coatlinchán, en el Estado de México, donde se encontraba sobre el fondo de un arroyo seco, acostado sobre su espalda, recubierto de tierra, polvo y hierbas,

Para moverlo fue necesario cavar un pozo de tres metros de profundo con el fin de que la pieza pudiera ser montada sobre vigas y cables de acero para ser transportada a su nueva locación en el recién inaugurado Museo Nacional de Antropología e Historia el 16 de abril de 1964.

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Obviamente la tarea de mover al dios del agua ( de acuerdo con Eduardo Matos Moctezuma), se necesitaron camiones y la fuerza de al menos diez obreros, relata National Geographic.

Hay que señalar que a pesar de la queja de los pobladores la pieza fue llevada al museo y es que a la gente de San Miguel Coatlinchán les pesaba saber que ya no habría quién condujera las corrientes provenientes de la Sierra de Texcoco.

Cuando la deidad llegó a la Ciudad de México se desató una lluvia torrencial sobre la urbe, a pesar de que según menciona el Museo de Antropología, ese 15 de abril los pronósticos meteorológicos no hablaban de que fuera un día húmedo en la capital del país. No parando el agua hasta hora y media después.

La dirección del traslado corrió a cargo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, y fue descrito como una “impresionante maniobra de ingeniería”. Durante su traslado se levantaron o cortaron 300 cables, entre los que se incluyeron 50 líneas de alta tensión.

En su trayecto Tláloc pasaría por el Zócalo, muy cerca del Templo Mayor, recinto construido para adorarlo junto al dios Huitzilopochtli, aunque para ese entonces aún no se sabía que el recinto ceremonial estaba ahí, ya que fue descubierto hasta febrero de 1978, cuando se encontró el monolito de la Diosa Coyolxauhqui.

Hasta llegar al museo, donde, después de permanecer mucho tiempo recostado se colocaba en una fuente de pie, donde todavía permanece hoy en día, recibiendo a quienes quieren entrar al recinto para conocer de las raíces de México.

¿Es Tláloc o Chalchiuhtlicue?

Hay que decir que el monolito no ha sido identificado 100 por ciento a quién pertenece, aunque hay dos teorías sobre la deidad a la que representa, un debate que se ha generado desde su descubrimiento en el siglo XIX y es que el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma señala que en pleno siglo XIX y principios del XX dos eruditos como Alfredo Chavero y Leopoldo Batres debatían entre sarcasmos que casi llegaban a insultos sobre si la deidad era Tláloc o su esposa, diosa de los lagos y las corrientes de agua, Chalchiutlicue.

Un debate que también el museo señala ha habido entere los expertos, que no pueden llegar a un consenso y que permanecerá por siempre al parecer ya que el mismo Matos señala que aunque varios expertos han opinado del tema el monolito de Coatlinchán no permite, por sus características, que se emita una opinión definitiva sobre a qué deidad representa.

¿Quién es Tláloc?

Tláloc, Dios del agua, es una deidad tan antigua como Mesoamérica, como explica Mexicana, una plataforma abierta que permite conocer los acervos de la Secretaría de Cultura federal y cuyo nombre viene de las voces nahuas, Tlalli “tierra” y Octli “néctar”.

Su morfología, señala el portal, está relacionada con sus atributos, y a lo largo del tiempo distintas civilizaciones lo representaron con rasgos en común. Ataviado con unas anteojeras formadas por dos serpientes, a veces adornadas con volutas, colmillos, y no rara vez portando un estandarte-serpiente.

Su rostro casi siempre fue pintado de azul, negro o verde. con el fin de imitar las coloraciones del agua. En ocasiones se le representó con una bigotera montada sobre el labio superior para simbolizar la puerta al inframundo. En alusión a la capacidad del agua de penetrar la tierra.

Y es que Tláloc es el máximo regente del Tlalocan, un inframundo lúdico al oriente del universo, que se encuentra eternamente floreciendo. Este es el destino de todos los que encontraban la muerte a través del agua. En este sitio el dios es asistido por los tlaloques o chaques.

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Ricardo Justo

Licenciado en Comunicación por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, periodista desde hace cinco años.

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