Playas de Sinaloa, restaurante San Ángel.
Entre calles empedradas, casonas coloniales y exuberantes jardines, San Ángel es uno de los barrios más tranquilos y hermosos de la CDMX. Una cápsula del tiempo donde todo parece fluir más despacio.
Y quizá por eso sorprende —y encanta— encontrar ahí la propuesta cálida, sabrosa y desenfadada de Playas de Sinaloa, un restaurante que trae a la capital lo mejor de la cocina costeña clásica.
Ivette Patiño, fundadora del restaurante, es originaria de Culiacán y lleva casi nueve años viviendo en la Ciudad de México.
La historia de Playas de Sinaloa nació de un momento difícil: su esposo perdió el empleo y, entre la necesidad y la pasión por los mariscos, decidieron abrir su primera sucursal en la Roma Norte.
Seis meses después, él falleció, e Ivette quedó al frente del proyecto. Lo que siguió fue pura tenacidad.
Hoy, siete años después, el restaurante suma sucursales en Roma Norte, Roma Sur y, por supuesto, San Ángel, que celebra su primer año con excelente aceptación.
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La propuesta culinaria se apega 100% al estilo marisco fresco de carreta, el mismo que se come tres o cuatro veces por semana en los hogares de la costa sinaloense. Nada de fusiones ni modas pasajeras: aquí la frescura y la tradición mandan.
Toda la materia prima viene de Sinaloa, donde la temperatura del agua, los minerales y la riqueza del Mar de Cortés dan al camarón y al pescado un sabor completamente distinto.
La carta tiene más de 130 platillos entre fríos y calientes. Puro antojo.
Aquí van los imperdibles:
Un dulce peligro
El pay de plátano y el de guayaba los hace la propia Ivette en su casa… ¡No te los pierdas!
Y, claro, los postres tradicionales de marisquería no pueden faltar: flan, arroz con leche y pastel de tres leches.
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La sucursal está ubicada en la icónica Avenida de la Paz, en un inmueble hermoso que Ivette decidió conservar tal cual.
Los tonos beige y azules del interior evocan la serenidad del Pacífico, con ornamentación en techos, muros y una jardinera de cactus que completa la atmósfera.
Además, el restaurante cuenta con:
Es un espacio ideal para reuniones familiares, eventos corporativos, cumpleaños, tornabodas y lo que se te ocurra.
Porque si algo define a Ivette es que se adapta a lo que sea que tengas en mente.
Aunque San Ángel es una zona donde todo parece costar más, aquí sucede lo contrario: dos personas pueden comer por 350 pesos, hay paquetes desde 150 pesos y de lunes a viernes la coctelería es dos por uno todo el día.
Porciones abundantes, precios justos y sazón de casa. Esa es la fórmula.
La experiencia no termina en la mesa. Después de comer puedes caminar al Museo del Carmen, visitar el convento o cerrar con churros en la plazuela.
San Ángel lo tiene todo, y Playas de Sinaloa lo complementa con un toque de mar que se agradece en cualquier época del año.
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