Desde la época prehispánica, los indígenas rendían culto a sus muertos, tras la llegada de los españoles, sus ceremonias se fusionaron con celebraciones católicas.
El 1º de noviembre se tenía una pequeña conmemoración dedicada a las infancias difuntas, y el 2 de noviembre, una fiesta grande consagrada a los adultos.
En cada una se colocaban ofrendas para los difuntos, entre ellas, panes antropomorfos (forma humana). Conocidos como yotlaxcalli, se elaboraban de amaranto y maíz. Algunos registros documentan que, durante la época prehispánica, se agregaba sangre de sacrificios humanos.
Chocolate y pan de muerto te esperan en este festival en Coyoacán
Sin embargo, el antecesor del pan de muerto que hoy conocemos era llamado huitlatamlli. Semejante a un tamal, se colocaba en la ofrenda para honrar a los familiares difuntos.
El pan de muerto, desde su forma hasta su aroma, está envuelto en simbolismos: el ciclo de vida y muerte se representa con la forma redonda; los huesos sobre él, en forma de cruz, simbolizan los huesos del difunto; la bolita del centro, el cráneo, y el azúcar espolvoreado, la tierra.
Característico del pan de muerto es el aroma a azahar, la flor del naranjo comúnmente presente en Hidalgo, Puebla y Veracruz. Se considera que su fragancia persistente representa la memoria de las personas difuntas, mantiene viva su esencia.
Y es precisamente en sus aromas que el pan de muerto encuentra conexión con el Vino Mexicano, especialmente con la gama de espumosos elaborados bajo el método tradicional (segunda fermentación en botella) que conjugan en su expresión notas cítricas, de manzana, pera, algo de flores blancas con un toque de bollería o frutos secos.
El pan de muerto de Buñuelo
Durante todo octubre, y hasta el 17 de noviembre, Ariana, Julio y Carlos González, fundadores de la panadería Buñuelo, presentan tres versiones de pan de muerto individuales: naranja, anís con pulque y pan de muerto cubierto de chocolate, este último decorado con un alfeñique, figura decorativa de azúcar utilizada en Día de Muertos, generalmente una catrina.
“Hoy existen varias versiones de este producto de temporada. Sin embargo, en Buñuelo compartimos el pan de muerto tradicional porque nos permite conectar a las personas con sus raíces, celebrar nuestra cultura y regalar el característico sabor de estas piezas con tanta historia en nuestro país”, comparten Ariana y Julio González, chefs de Buñuelo.
Pan de muerto de naranja: Elaborado de manera tradicional con una masa brioche aromatizada con ralladura de naranja. Precio: $50.
Jacques Brut de Bodegas Jacques | Tequisquiapan, Querétaro. Precio: $489
Pan de muerto de anís con pulque: Pan elaborado con pulque del Estado de México, aromatizado con anís, cubierto de azúcar y ajonjolí. Precio: $50
Pan de muerto cubierto de chocolate:
Pan de muerto de naranja cubierto con chocolate de República de Cacao, proveniente de comunidades de Chiapas y Tabasco.
Se decora con un alfeñique elaborado por la artesana oaxaqueña Juliana Santiago, elemento que encuentras en los altares de Día de Muertos. Precio: $80
Palomas Brut de Cava 57 | San Juan del Río, Querétaro. Precio $519
“Maridar pan de muerto con vinos mexicanos es una propuesta diferente, que une lo mejor de nuestra panadería tradicional con la excelencia de nuestra vitivinicultura,” afirma Salomón Abedrop, Presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola.
¿Cuál es el origen del Pan de Muerto?
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