La comida corrida es una tradición culinaria profundamente arraigada en la cultura mexicana, que combina practicidad, sabor casero y accesibilidad económica. Este formato de menú ha alimentado a generaciones de trabajadores, estudiantes y oficinistas que buscan una comida completa y rápida durante sus jornadas laborales.
El término de comida corrida se originó en las fondas y cocinas económicas de principios del siglo XX. Contrario a lo que muchos creen, “corrida” no alude a comer con prisa, sino a la forma continua y fluida en que se sirven los tiempos: entrada, segundo plato y plato fuerte, sin largas esperas entre ellos. Esta modalidad facilitaba que los comensales, con poco tiempo libre, pudieran disfrutar de una comida completa sin perder tiempo.
Durante el Porfiriato, México recibió una fuerte influencia de la gastronomía europea, en particular la francesa. Surgieron restaurantes que ofrecían menús fijos al estilo “table d’hôte”, donde varios tiempos se servían por un solo precio. Sin embargo, la versión mexicana encontró su esencia en las fondas populares, donde mujeres cocineras adaptaron el esquema europeo al sazón nacional, ofreciendo caldos, sopas aguadas, guisados, aguas frescas y frijoles refritos.
Una comida corrida típica incluye tres tiempos principales:
Todo suele acompañarse de frijoles refritos, tortillas o pan, y una agua fresca hecha con frutas de temporada.
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Con el paso del tiempo, la comida corrida ha evolucionado para adaptarse a las nuevas dinámicas sociales. De las fondas humildes surgieron nuevos espacios, desde puestos callejeros hasta restaurantes formales que mantienen el espíritu del menú, pero con ingredientes o presentaciones más elaboradas.
Según el INEGI, existen en México más de 59,000 negocios que ofrecen comidas corridas, reflejando su enorme peso económico y social en el país.
La comida corrida no es solo una solución práctica; es un reflejo de la identidad culinaria nacional. A través de sus guisados y tiempos, preserva recetas tradicionales, fomenta la convivencia y representa un modo de vida accesible y sabroso. Ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia.
En resumen, la comida corrida es más que un menú económico: es una expresión cultural, una herencia gastronómica y un símbolo de la vida cotidiana en México. Su historia, sabores y adaptabilidad la convierten en una tradición que sigue conquistando paladares y corazones.
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