La historia de esta emblemática cadena de restaurantes mexicana nace en los 60 gracias a la tradición pastelera de la familia Bleier
La génesis de este restaurante que se ha mantenido por 50 años en el gusto popular capitalino a pesar de la enorme oferta gastronómica de la Ciudad de México, se ubica en Rumania en la Segunda Guerra Mundial, cuando los padres del fundador abandonaron Europa en busca de una nueva vida.
Quizá las vicisitudes de quienes han visto el rostro de la guerra tan de cerca imprimieron a la marca valores que han conseguido que de una pequeña boutique con galletas y pasteles, ahora existan más de una treintena de unidades.
Revive la nostalgia en estos restaurantes ‘retro’ de la CDMX
La historia de Garabatos se remonta a la década de los 60. Todo inició gracias a la tradición pastelera de la familia de Abraham Bleier, fundador de este concepto.
A los 22 años, Abraham decidió comenzar su propio proyecto. Así nació un quiosco en el centro comercial Plaza Bosques.
“A la fecha sigue operando. Fue el inicio de la marca”, confiesa Fernando Martínez, director de operaciones de Garabatos.
La respuesta fue tan positiva que Bleier creó el concepto Garabatos Café. La primera cafetería abrió en Tecamachalco. Era muy pequeña y la operaba él mismo. “Era cocinero, mesero y hasta cajero”, dice Martínez.
Luego vendría el primer restaurante. Abrió en 1993 en Polanco, sobre avenida Masaryk, el cual sin duda ha sido el mejor escaparate para este grupo gastronómico.
“Esos fueron los tres negocios principales, ahora tenemos 17 restaurantes en la Ciudad de México y Área Metropolitana y uno en Querétaro, así como 15 boutiques, la mayoría de ellas en centros comerciales, así como en una tienda departamental, una funeraria, un hospital y un hotel”.
El crecimiento es lento, pero sostenido. “Es nuestra estrategia, vamos poco a poco porque cuidamos cada unidad; cada que abrimos una sucursal lo hacemos con la convicción de que nunca vamos a cerrarla” dice Fernando.
Actualmente el grupo cuenta con casi 600 colaboradores, la mayoría, como Fernando, ha crecido en la empresa. “Pasé de garrotero en la unidad de Polanco hace 30 años a director de operaciones; la mayoría de los gerentes y de los chefs iniciaron desde abajo, eso es algo distintivo del grupo, hacer crecer a la gente”.
Esos valores son los que los han mantenido en el gusto de los capitalinos. Y como a Garabatos le gusta escuchar a sus comensales, desde el 25 de julio realizó cambios en el menú.
Infinidad de personas creen que solo es pastelería, pero la realidad es otra. La carta incluye más de cien platillos de toda índole, aunque sin duda el desayuno es su especialidad.
Los platillos icónicos permanecen, son intocables. El restante 20 por ciento de la carta se modifica con la finalidad de que haya platillos para todos los gustos.
El menú cuenta con opciones ligeras como superfoods bowls; platillos para quienes presumen de buen diente como la cecina de Yecapixtla con chilaquiles y alternativas para los más pequeños.
Para refrescar su oferta, ahora los restaurantes cuentan con un carrito de quesadillas, las cuales se preparan a mano en el momento; introdujeron hornos en cada unidad para que el pan esté recién hecho y agregaron a la carta 10 cocteles ligeros.
La oferta dulce, elaborada con base en recetas europeas, conserva su calidad, pero también ha sido actualizada. Lo que sea que pruebes te dejará muy satisfecho… ¡volverás mil veces!
“Todo está hecho a mano, no hay una máquina, por eso hasta las galletas están firmadas. El pastel de queso con fresa es un ícono, un pastel que pesa casi dos kilos, lo mismo que el pastel D’elvis, una creación en homenaje a la madre del fundador; esta delicia es de chocolate y está cubierta con ganache y decorado con chocolate oscuro… ¿qué más se puede pedir?
Ya sea un desayuno para ponerte al corriente con tus amigos, una escapada en solitario, una cita de negocios o una salida en pareja o en familia, Garabatos ofrece platillos diseñados para todos los gustos, regímenes y antojos… ¡Aquí son buenos días todo el día!
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