Este es el significado de la sal en la ofrenda del Día de Muertos
Colocar sal en el altar del Día de Muertos no es un simple gesto decorativo: es un acto cargado de historia, fe y significado.
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La sal en los altares del Día de Muertos no está ahí por casualidad. Aunque pueda parecer un elemento simple, su presencia está cargada de simbolismo profundo: representa la purificación, la protección y el vínculo entre el mundo de los vivos y el de los fallecidos.
¿Cuál es su origen y qué simboliza?
Desde las épocas prehispánicas, la sal ha sido considerada un elemento sagrado. En la cosmovisión mexica y de otros pueblos mesoamericanos se asociaba con el agua, la fertilidad y la purificación, tres fuerzas esenciales de la vida y la renovación.
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Con la llegada del cristianismo, su significado se transformó y fusionó con las creencias europeas: la sal pasó a simbolizar la pureza del alma y la incorruptibilidad, una forma de preservar lo que debe perdurar.
En la ofrenda del Día de Muertos, la sal se coloca para proteger el alma del difunto y asegurar que “no se corrompa” durante su tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Su función espiritual es acompañar y cuidar al visitante que regresa del más allá.
¿Cómo se coloca y qué rituales la acompañan?
Por lo general, se coloca un pequeño plato o recipiente con sal junto a un vaso de agua en el altar. Mientras el agua sacia la sed del alma tras su largo viaje, la sal actúa como agente de purificación y equilibrio.
En algunas comunidades, se traza una cruz de sal sobre el mantel o directamente sobre el altar, como símbolo de bendición y protección espiritual. En otras, se esparce de forma circular, marcando el espacio sagrado que representa el altar.
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Este elemento suele acompañar a otros símbolos imprescindibles:
- El mantel blanco, representación de pureza.
- Las velas, que guían con su luz.
- El papel picado, que simboliza el viento y la fragilidad de la vida.
- Las flores de cempasúchil, que marcan el camino de los difuntos.
- El pan de muerto y la fotografía del ser querido que regresa.
¿Por qué sigue siendo indispensable?
Aunque discreta, la sal es esencial dentro del altar. Sin ella, según la tradición, la ofrenda estaría incompleta, desprovista de su elemento purificador.
Más allá de lo religioso, su presencia es una metáfora de la armonía entre vida y muerte, entre lo físico y lo espiritual. Cada granito de sal simboliza la continuidad de la existencia y la conexión con quienes nos precedieron.
Colocar sal en el altar del Día de Muertos no es un simple gesto decorativo: es un acto cargado de historia, fe y significado. Une la sabiduría ancestral mesoamericana con la tradición espiritual cristiana, recordándonos que la pureza del alma y el amor por quienes partieron son eternos.
La próxima vez que observes una ofrenda, detente frente al pequeño plato de sal: en él habita una enseñanza silenciosa sobre la vida, la muerte y la memoria.
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