Hay fiestas que se planean por meses, y otras que te sorprenden desde que pones un pie en la pista de baile. “Wedding: La Boda Fake” pertenece a esa segunda categoría: una experiencia que descoloca, divierte y te hace sentir como si estuvieras en la boda de tus mejores amigos… aunque no haya anillo, pastel, ni drama con los suegros.
El evento, que se llevó a cabo en el irreverente bar temático Wedding en Plaza Escénica, recreó todos los clichés (y placeres) de una boda mexicana sin el estrés de los preparativos.
Desde el vals y la víbora de la mar, hasta karaoke improvisado con Selena, Mijares y Emmanuel como padrinos musicales no oficiales.
¿Y quién fue la madrina de esta boda sin novios? Nada más y nada menos que Elektra, quien aprovechó su 75 aniversario para celebrar con regalos sorpresa, buena música y una atmósfera de fiesta familiar —pero con cocteles bien servidos y sin tías preguntando “¿y tú pa’ cuándo?”.
Lejos de un evento corporativo, Elektra se convirtió en cómplice de una noche donde la nostalgia y la modernidad bailaron juntas, regalando más de $50,000 pesos en premios que incluyeron pantallas, consolas, electrodomésticos, scooters y smartphones de alta gama.
Sí, leíste bien: regalos para los invitados, no para los novios inexistentes. Porque si algo ha aprendido Elektra en 75 años de historia es que acompañar a las familias mexicanas no es solo ofrecer productos, sino crear momentos memorables.
La premisa de Wedding: La Boda Fake es simple pero poderosa: recrear la mejor parte de una boda (la fiesta) sin que nadie tenga que firmar papeles.
Decoración floral, luces tenues, DJ en vivo, coctelería temática, lanzamientos de ramo y liga, y hasta las clásicas sillas blancas de jardín.
Todo está pensado para que te dejes llevar y entres en mood de celebración. La música —un combo glorioso de pop noventero, baladas cortavenas y cumbias pegajosas— no solo puso a todos a cantar, también conectó a los asistentes como si fueran parte del mismo álbum familiar.
Los premios sorpresa de Elektra se entregaron en dinámicas tan espontáneas como emocionantes. Los gritos, los abrazos, las selfies con premios en mano: cada instante fue un recordatorio de que a veces el mejor plan es no tener plan. Y que los regalos, cuando llegan sin esperarlo, se sienten aún más especiales.
No solo regaló electrodomésticos o tecnología: regaló experiencias, emociones y memorias que se quedarán con los asistentes por largo tiempo. Algo que, sinceramente, va más allá del marketing.
En tiempos donde lo “fake” a veces supera a lo real, La Boda Fake fue una celebración honesta: de las ganas de gozar, de compartir, de bailar como si nadie estuviera grabando (aunque todos lo estaban).
Y Elektra, con 75 años de trayectoria acompañando a generaciones de mexicanos, demostró que seguir siendo parte de nuestras historias también significa saber reinventarse.
Porque sí, puedes llevar décadas vendiendo productos, pero solo algunas marcas logran convertirse en parte de la vida misma. Y esta noche, Elektra no fue solo una tienda: fue la madrina, la tía buena onda y la amiga que siempre llega con regalos.
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