Desde una fiebre que lo llevó al delirio, el artesano Pedro Linares dio origen a los alebrijes en 1936; seres extraños que emergieron en su sueño durante su convalecencia.
Desde una fiebre que lo llevó al delirio, el artesano Pedro Linares dio origen a los alebrijes en 1936; seres extraños que emergieron en su sueño durante su convalecencia.
Estas criaturas comenzaron como figuras de cartón y papel adornadas con colores vibrantes y con combinaciones fantásticas de cuerpos animales reales e imaginarios. La invención de Linares se convirtió en un símbolo del arte popular mexicano y transformó para siempre la idea de la artesanía.
Los alebrijes no solo son figuras decorativas: son una manifestación del imaginario mexicano, una fusión de arte, tradición y creatividad. Aparecen junto con la celebración de Día de Muertos, se exhiben en desfiles monumentales por Paseo de la Reforma y se venden en talleres emblemáticos de la Ciudad de México y Oaxaca.
Desfile de Alebrijes en CDMX: te decimos fecha y ruta
En su versión original, los alebrijes se elaboran mediante la técnica de cartonería: primero se crea un esqueleto de alambre que sirve de soporte, luego se aplica masa de papel, capas de cartón y engrudo. Después de secarse, la pieza se alisa y se pinta con colores intensos y patrones geométricos que destacan por su contraste y detalle.
En Oaxaca, los alebrijes evolucionaron hacia el tallado en madera de copal, como en comunidades de San Martín Tilcajete, San Antonio Arrazola y La Unión Tejalapam, donde los artesanos combinan la tradición de la talla con el estilo visual del barrio de Linares.
La historia dice que Pedro Linares, originario de la Ciudad de México, enfermó gravemente y soñó con criaturas fantásticas: un burro con alas, un león con cabeza de perro, un gallo con cuernos de toro, todas repitiendo la palabra “alebrijes”. Al despertar, comenzó a materializar esas visiones en artesanías tridimensionales.
Su obra ganó notoriedad cuando artistas como Diego Rivera y Frida Kahlo comenzaron a adquirir su trabajo, y cuando la cineasta Judith Bronowski produjo un documental que difundió su legado internacionalmente.
Los alebrijes se han integrado al imaginario colectivo como guías espirituales, protectores o espantadores de malos espíritus, especialmente durante el Día de Muertos, cuando se cree que estas criaturas pueden acompañar a las almas en su tránsito.
Además, cada pieza es irrepetible: los artesanos no usan moldes, lo que hace que cada alebrije sea único. Las formas, colores y combinaciones dependen de la creatividad del autor.
Los alebrijes son más que ornamentación: son un puente entre sueños y realidad, tradición y arte contemporáneo. Descubrirlos es adentrarse en una parte vibrante de la identidad mexicana.
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