Museo Nacional de Antropología: 60 años de preservar herencia cultural mexicana
En 1964 el antiguo Museo Nacional, ubicado en el Centro de la CDMX, se mudó a la que ahora es su sede en el Bosque de Chapultepec
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Este martes 17 de septiembre el Museo Nacional de Antropología celebra sus 60 años de creación en las inmediaciones del Bosque de Chapultepec.
En 1964, el antiguo Museo Nacional, localizado en la calle Moneda, en el corazón de la Ciudad de México, se desprendía de su colección arqueológica para darle un nuevo hogar en este bosque de la ahora alcaldía Miguel Hidalgo.
Esto dentro de un moderno edificio proyectado por Pedro Ramírez Vázquez, y bajo una visión que debe mucho a Miguel Covarrubias quien, paradójicamente, había fallecido siete años atrás.
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“La colección arqueológica del Museo Nacional de Antropología encierra parte de la historia y del sentido que dio vida al hoy extinto Museo Nacional, el cual la nueva República Mexicana fundó el 10 de marzo de 1825, bajo la obligación que el patriotismo criollo se impuso de construir una historia propia y el deseo de recuperar el México antiguo”, destaca su director, Antonio Saborit García Peña,
“La misma colección arqueológica acusa señas del espíritu ilustrado que, en la última década del siglo XVIII, inició la ambiciosa compilación documental sobre la historia antigua y moderna de México, desde la Secretaría de Cámara del virrey Revillagigedo, por una parte y, por la otra, la misma colección, acusa el incline original del Museo Nacional, como refugio y bastión ante el expolio y pérdida de objetos y especímenes del tiempo de la conquista”, manifestó el historiador.
Saborit hizo hincapié en el papel que jugó Lucas Alamán, entonces ministro de Relaciones Interiores y Exteriores del gobierno de Guadalupe Victoria, para la conjunción de esos tesoros en un espacio de la Universidad de México.
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De esa manera, dijo, decenas de letrados y científicos, fuera por cuenta propia y con recursos personales, o bajo el amparo del recién creado Museo Nacional, a lo largo del siglo XIX se lanzaron al rescate y salvaguarda de objetos arqueológicos, a la exhumación de crónicas y documentos, a la edición y traducción de obras en lenguas indígenas, a la recopilación de datos y a la difusión de sus hallazgos entre el público en general.
Un cambio importante se daría en el porfiriato, cuando el arqueólogo del régimen Leopoldo Batres hizo el llamado para resguardar de la intemperie a la Piedra del Sol, aún empotrada en uno de los muros de Catedral, la Coatlicue y la Piedra de Tízoc, además de la Chalchiuhtlicue de Teotihuacan, al Museo Nacional, donde serían piezas centrales de la Galería de Monolitos.
En plena Revolución, de 1910 a 1914, con la instauración y trabajos de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas, bajo el techo del propio museo, se ampliaron sus inventarios e inició la crisis de su espacio, debido a que allí también se reunían las colecciones de historia y etnología.
Saborit destacó que las salas de este museo creadas hace 60 años se concentraron en ofrecer la visión más amplia del surgimiento, desarrollo y desaparición de las diversas culturas que, alguna vez, ocuparon los territorios de la América Media en los 30 siglos comprendidos entre los años 1,500 a.C., y 1,500 d.C.
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